Cuánto hemos aprendido y cuánto se han
esforzado en enseñarnos que lo roto está mal. Y más aún si se trata de
nosotros mismos. Cuánto evitamos rompernos para evitar el dolor, cuánto
nos esforzamos por estar siempre bien, cuando sabemos que nadie (tal
vez unos pocos iluminados) están siempre bien, no sin antes aprender de haber estado rotos.
Como cada uno de nosotros es un
Universo único en sí mismo, diferente pero conectados con otros, les
propongo un sencillo ejercicio. Piensen en las historias de sus libros
favoritos, de sus películas favoritas e incluso de sus personas
favoritas. Seguramente están surgiendo varios recuerdos de momentos
extraordinarios en esas historias. Ahora les pido que, en esas mismas
historias, se enfoquen en las veces que los protagonistas estuvieron
"rotos"... Algún obstáculo, algún evento triste o trágico, alguna
injusticia, alguna pérdida... Quédense en esa parte de las historias por
un instante. Si
nuestra empatía está funcionando sanamente podremos conectarnos en
alguna medida con ese sentir. Así como podemos conectar con nuestras
propias roturas, grietas, heridas o cicatrices (o todas al mismo tiempo).
Ahora, a través de esas mismas
historias, conecten con lo que les gustó profundamente de ellas.
Conecten con esos personajes (de la vida real o ficticios), con sus
historias y con la posibilidad materializada de seguir adelante a pesar
de estar rotos. Cuántas historias de la vida misma en la que los
protagonistas siguieron adelante y en las que nosotros mismos, en
conversaciones internas o compartidas, pensamos que no hubiésemos sido
capaces de seguir en esas circunstancias.
Las buenas historias
relatan lo vivido por aquellos quienes se rompieron y siguieron adelante
hasta juntar sus pedazos, o al menos lo intentaron hasta su último
aliento. Las buenas historias no están hechas solo de días perfectos.
Las buenas historias no están protagonizadas por gente perfecta, están
protagonizadas por imperfectos, como tú y como yo, que se rompen, que
nos rompemos, que nos encontramos en situaciones en las que nos cuesta
mucho seguir adelante. Las buenas historias se escriben todos los días
en la vida de cada uno de nosotros, porque solo nosotros sabemos
realmente lo que hemos vivido, lo que estamos viviendo, lo que nos hemos
roto y aún así seguimos. Nos fallarán las fuerzas, sentiremos la
tentación de abandonar muchas veces y cuando así sea tenemos la
posibilidad de pedir y permitirnos recibir ayuda, para seguir adelante, para seguir buscando nuestras partes perdidas, heridas. Incluso seguimos hasta que aprendemos a vivir sin esas partes.
Las buenas historias
son aquellas llenas de sentido, de propósito. Nuevamente, no porque
hayan sido perfectas, sino porque nos inspiran, nos muestran la luz
cuando todo apuntaba a que la oscuridad ganaría.
Si hoy sientes que algo está roto
dentro de ti piensa en la posibilidad de que puedes ser protagonista de
una magnífica historia.
¡Sigue adelante!
No hay comentarios:
Publicar un comentario