sábado, 7 de agosto de 2010

Lo que no me dijeron de ser padre.


Hace poco más de una semana estaba en la sala de parto con mi Françoise. Exactamente el 30 de julio, a las 2:13 de la tarde nació Nicolás, mi primer hijo.

Por supuesto fui "víctima" de TODO lo que TODO EL MUNDO tiene que decir con la llegada de un recién nacido. "Aprovechen de dormir" es el comentario más frecuente, como si uno pudiera acumular horas de sueño igual que millas de viajero frecuente.

Pero en realidad este post es para comentar sólo dos cosas que NO me dijeron, y que han marcado intensa y positivamente mi rol como padre:

1.- Era una persona que no creía en el Amor a primera vista, hasta que vi nacer a mi hijo Nicolás. Fue AMOR instantáneo, en el mismo instante que salió a éste mundo y lo colocaron junto a su madre me enamoré de él. Sin haberlo tocado, sin él haberme visto, ya estaba locamente enamorado.

2.- Tampoco creía en el Amor incondicional, hasta que por primera vez lo tuve en mis brazos. Sin conocerlo realmente, sin saber qué tipo de hombre sería en el futuro sabía que amaba profundamente a ese pequeño ser que ahora dormía plácidamente en mis brazos.

Nadie me lo dijo, tal vez fue el mismo Nicolás, que sin hablar me hizo saber que yo sería una persona fundamental en su crecimiento. Y no por la obviedad de que los padres deben criar a sus hijos, sino por el convencimiento de que Nico llegó a mi vida para hacerme crecer a mi también.

Y comprendí perfectamente un comentario de mi hermano que me dijo cuando fuimos a conocer a mi sobrino a principios de año "Ahora entiendo y aprecio mucho más a mis padres". Hay que ser padre para saber el sacrificio que eso representa, y que por más que nos equivoquemos, no hay duda de que siempre haremos lo que consideremos mejor para nuestros hijos.

Lo que no me dijeron de ser padre es que me enamoraría perdidamente de mi hijo, y que además hizo que creciera aún más mi Amor por mi esposa, mi Françoise preciosa.