jueves, 30 de diciembre de 2010

El Reloj de la UCV

Texto escrito en 2007 por Claudio Nazoa; tres años después, en plena vigencia.

A todos los que somos UCVistas y a todos aquellos que sin serlo, creen genuinamente en la universalidad del pensamiento.

Mi mejor deseo para el próximo 2011 es que transformemos deseos por acciones, que nos lleven al lugar donde queremos estar y construir el país en el que queremos vivir.

Felicidades y buena vibra para el 2011!

Se les quiere

Gerardo!

PD: Por cierto, el autor de la fotografía es Gerardo García, su servidor.


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Carlos Raúl Villanueva paseaba por la Universidad Central de Venezuela, su Universidad. Se detiene frente al reloj y compra una chicha ligadita con ajonjolí.
Escucha que alguien lo llama, voltea a todos, lados hasta que levanta su cabeza y descubre que es el Gran Reloj quien le habla:

-¡Maestro, auxilio! ¡Ayúdenos! Estas horas son negras y pesadas. Son horas de brutalidad e ignorancia Y suplicante añade:
-Por favor, sáqueme de aquí, regréseme al hermoso diseño que creó en un papel sobre su mesa de dibujo.
Calcinado por el sol, el Gran Reloj de la UCV continuaba su monólogo.
-Yo, maestro Carlos, apuré siempre a profesores y alumnos que llenos de alegrías, ideas, proyectos y sueños, pasaban por aquí.
-Yo no fui diseñado para andar hacia atrás y usted lo sabe, sólo puedo y debo andar hacia adelante, pero parece que hay algunos que no lo entienden.

Carlos Raúl escuchaba en silencio.
-Mi base, en forma helicoidal, me inspira a ir hacia arriba, hacia ese lugar donde está usted junto a su colega, el gran arquitecto del universo.
-Soy el símbolo del tiempo universitario, que marca la sublime
inteligencia que siempre me ha rodeado.
-Soy el vigilante silencioso del tiempo que alumnos y maestros invierten en descubrir los cimientos de la ciencia y la filosofía.
-Mis agujas señalan optimistas los segundos, que se convierten en minutos y estos en horas y luego en años.
-Soy, mí estimado Carlos, el tiempo útil que jóvenes, llenos de ilusiones, emplean para descubrir los misterios de la vida.

Tras una larga pausa, el reloj unió las agujas que giran en su esfera numerada, y casi como si fuera a orar, marcando las 12, imploró con dolor:


-Maestro, dígale a Calder que nos preste las nubes de la cubierta arqueada que flotan sobre nuestra Aula Magna.
-Dígale, que montados sobre ella, usted y yo podremos volar hacia un sitio donde existe la UCV que usted soñó.
-¡Apúrese Maestro! Vargas nos espera y nos recuerda que el mundo no es de los violentos, sino de los justos que habitan en él.

Y mientras escuchaba al reloj, Villanueva terminó de tomar su chicha, tras una breve pero significativa pausa, con dulzura en la voz, dijo:

-No querido Reloj. Tú, Calder, Vargas y yo, nos quedamos aquí,
acompañando a los justos, a los que piensan, enseñan, estudian y aman en libertad.

Recogiendo sus instrumentos de diseño, Villanueva levantó su cabeza y con el sol de frente le dijo al Gran Reloj:

- Ten calma, guía del tiempo, que lo que aquí hay es un problema de plomería; se rompió una cloaca y la porquería, las ratas y las cucarachas han invadido momentáneamente este recinto...
-No te preocupes, seguramente ya vienen 50 mil plomeros de boinas azules
a limpiarlo.

El reloj, más erguido que nunca, miró con nostalgia hacia la tierra de nadie, hacia las instalaciones de su, ahora mancillada, Casa de Estudios.
Uno de sus números, como si fuera una lágrima, se desprendió de su esfera y cayó sobre las Plaza del Rectorado.

- Ten calma - repitió el arquitecto- no eres el único reloj que se queja en Venezuela. Los relojes, como tú, nos alertan que el tiempo se diluye en esperanzas inútiles.
- Solo te pido lo que sabes dar, dame tiempo Reloj Ucevista.


Ese tiempo que tú mismo marcas, el que nos avergüenza después que pasa por no haber tomado partido por la verdad.
-Por favor, tranquilízate, pronto será todo como antes, recuerda que eres el principal testigo de que la UCV siempre ha vencido la sombra, la brutalidad y la estupidez; que en vano, tantas veces, han tratado de posarse en ella.

uu-UCV, uu-UCV, uu-UCV......

viernes, 24 de diciembre de 2010

¿Qué aprecias?


Bien expresa Viktor Frankl que última Libertad del ser humano, y que nunca podrán robarnos (o expropiarnos) es la actitud con la que afrontamos lo que nos toca vivir.

Mis deseos para cada uno de ustedes y las personas que aprecian es que, en medio de esta gran tormenta que estamos viviendo como venezolanos, no perdamos de vista lo que es realmente importante. Que encontremos siempre motivos para sonreír, para creer en la felicidad y contagiarla. Mas que de celebración, estos días son de profunda reflexión.

Sin pretender tapar el sol con un dedo, mi mayor deseo es que no seamos nosotros mismos quienes nos tapemos la oportunidad de ver la luz al final del túnel; con el norte claro acompañarnos y ser agentes de cambio positivo en nuestra área de influencia.

Recuerden que la paz y la felicidad están dentro. No busquemos fuera de nosotros algo que perdimos dentro.

Y como regalo un extracto del libro de Manuel Barroso "Meditaciones Gerenciales". Cualquier día es bueno para pensar sobre lo que realmente apreciamos.

A todos y cada uno desde la Fe que profesen, hoy y siempre, Se les quiere!


Gerardo

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¿Te aprecias? ¿Aprecias al otro? ¿Qué aprecias?

Aprecio es la extensión auténtica del amor. El aprecio está en la verdad, es inmanente y trascendente. Comienza por uno mismo y se proyecta hacia el otro. Viene del universo y termina en el universo. Como el agua de la montaña, nace de las fuentes, se desparrama para volver en diversas formas a su punto de origen. El aprecio está en todo, lo es todo, añade vida a la vida y es vida, se extiende y expande por intermedio del contacto. El aprecio nace de la interioridad, termina en lo único y en lo propio. Nada más propio que uno mismo.

Cuando la persona se aprecia, se quiere, se siente importante, se siente única, sí misma, está en el camino del crecimiento. La vida en el universo, en cualquiera de sus formas, comienza en el aprecio y se desarrolla y muere en el aprecio. La ecología profunda está sellada por este aprecio que cada organismo tiene de sí mismo: como el código que abre y cierra la sabiduría que existe en la vida. El aprecio no es más que la expresión de la autoestima. Desde el aprecio cada ser vivo vive su vida, ve, toca, escucha, ama, odia.

Si pudieses diseñar un estilo de vida desde el aprecio de ti mismo: te sentirías importante, te relacionarías con el otro de manera más importante, planificarías tu vida más inteligentemente, tomarías decisiones más importantes, ejercerías un liderazgo desde tu interioridad, serías más creativo, trabajarías con más efectividad en equipo, le darías un vuelco a tu vida porque muchas cosas a las que das importancia no son importantes, dejarías de tener tanta importancia y serías una persona más centrada y más satisfecha. Cuando no te aprecias, te desvalorizas, rompes la ecología del aprecio por ti mismo, te confundes y comienzas el tortuoso camino de la autodestrucción. Un hombre sin aprecio, se convierte en el peor de sus enemigos.

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