Hace poco leía un post maravilloso de mi queridísima Neudis
Velázquez en el que relataba un poderoso feedback que le hacía una persona que
participó en una de sus actividades de promoción de Bienestar. Su relato me capturó
inmediatamente y me hizo recordar una conversa que tuve muy recientemente con
uno de mis Coachees el cual compartió conmigo una historia maravillosa y que me
conmovió de una manera muy especial.
Mi gente cercana sabe que desde hace años (tal vez
ya sean unos 8 años) comencé una práctica con los colaboradores de mi equipo de trabajo, enviándoles un mensaje que nos abriera el espacio para la reflexión. Con el
tiempo y con los comentarios que iban surgiendo en nuestras conversaciones de
esos mensajes fui agregando otros amigos del trabajo y personales, pronto se
fueron sumando más y más personas a la lista de “Copia oculta” a la cual envío
esos mensajes. Prácticamente todos por recomendación de alguno de los que ya
recibían los mensajes y que incluso los había compartido con su círculo
cercano. Al día de hoy procuro hacerlo semanalmente y sinceramente perdí la
cuenta de la cantidad de personas a las que se los envío. No hay mensaje que no reciba alguna respuesta diciendo que "ese" mensaje les llegó en el momento "justo; que le había llegado "como anillo al dedo". A veces muchas respuestas, a veces solo una. Siempre agradezco cada respuesta con un mensaje personalizado.
La historia en cuestión es que este Coachee me comentaba que
un gran amigo suyo se encontraba en una situación muy difícil vinculadas a la
realidad de país que vivimos actualmente en Venezuela, al punto que le confesó
que en algunas oportunidades había pensado seriamente en suicidarse. Sí,
quitarse la vida. Aquí ya el relato había tocado sensiblemente mis fibras, pero
faltaba aún la mejor parte o al menos la parte de luz. Este Coachee tomó uno de
esas reflexiones que había enviado recientemente y se la llevó a su amigo para
leerla juntos, me dice que gracias a eso su amigo está mucho mejor ha venido
dándole un giro a su propia situación. ¡Celebro desde el corazón que esta persona se haya atrevido a llevar un poco de su luz a su amigo que tanto la necesitaba!
Una pequeñísima evidencia del poder que tienen nuestras
acciones sobre otros. Una simple reflexión que llegó a manos de una persona que
se interesó por su amigo y vio en esa historia una posibilidad de ayudarlo. Imaginen si cada uno de nosotros decide conscientemente llevar un
poco de luz cada día a otro. Estas son las historias que me conectan con mi
propósito, las que me impulsan a seguir adelante en una situación que luce como
una cueva lúgubre y sombría, las que me recuerdan que la luz de una vela no
disminuye por encender otra sino que, por el contrario, permite que se
multiplique la luz para otros y para mí mismo.
Los invito a ser luz! No importa el tamaño de la misma, lo
que juzgamos como una simple chispa para nosotros mismos puede significar la única
luz para muchos otros. Encendamos todas las velas que podamos y arrinconemos a
la oscuridad.