miércoles, 7 de julio de 2010

Trabajo de oficina


La pasada semana me tocó vivir un episodio muy interesante, una confirmación de que la realidad se construye a partir de percepciones. Adicionalmente me tomó completamente desprevenido.

La señora Ángela es una amable y sonriente señora que trabaja en la limpieza y mantenimiento de los espacios donde trabajo. Todas las tardes llega aproximadamente a la misma hora, un poco después de la hora de salida, con su rutina bien planificada, la cual inicia siempre con la recolección de los cestos de basura.

La tarde del jueves (si mal no recuerdo) estaba yo terminando de revisar la sistematización de nuevas actividades de Voluntariado, cuando puntualmente llegó la señora Ángela. Mientras recogía los cestos, realizó el siguiente comentario… “Uno piensa que la gente de oficina no trabaja, pero viéndolo a usted uno se da cuenta que sí, y bastante”.

Como me llegaron a comentar por twitter (@w_ribera), esos reconocimientos valen más que los de cartón, con lo que estoy completamente de acuerdo.

Mi reflexión se encaminó hacia lo siguiente… ¿Qué piensa la gente de bajos recursos sobre la gente que trabaja en oficina? Dudo sobre si la caracterización es “bajos recursos”, “nivel de escolaridad bajo” o incluso algún otro. Sin embargo creo trasmitir de manera adecuada hacia dónde va mi reflexión, si no es así háganmelo saber por favor. Cuántas personas, como mi estimada Ángela, se preguntarán… ¿Qué hacen tantas personas, en sus escritorios todo el día, sentados frente a una computadora? Tal vez se pregunten ¿Por qué no trabajan?

Aproveché la oportunidad para comentarle un poco sobre lo que hacemos, sobre cómo compartimos el tiempo entre el trabajo de campo con las Comunidades y el trabajo de oficina para “construir las actividades y proyectos que luego realizamos con las Comunidades”, fue lo que alcancé a decir en el intento de que resultara asible para ella; mejor eso que hablar de diseño, evaluación, seguimiento y sistematización.

Creo que lo mejor fue trasladarlo a su día a día, valorar su trabajo y aplicar conceptos básicos de planificación y ejecución de sus tareas. Ella lo entendió rápidamente: “Claro, yo por ejemplo todos los días recojo la basura y limpio los escritorios, porque sé que ustedes trabajan todos los días en ellos. En cambio no hago lo mismo con los vidrios y la biblioteca, eso lo hago una vez por semana, porque no se ensucian tanto y no vale la pena limpiarlo todos los días”. Nunca deja de sorprenderme el enorme poder de la empatía.

Para no extenderme mucho dejo la anécdota hasta acá para avanzar con la reflexión y plantearme ¿Qué estamos haciendo, los que trabajamos en la oficina, para mostrar lo que hacemos y para entender otras realidades? Creo que mucho de lo que estamos viviendo en Venezuela se debe a ésta separación. Mucho del discurso político de enfrentar a los “oprimidos” contra los “oligarcas” tiene su poder precisamente en el vacío de información que existe entre los diversos sectores de nuestra sociedad.

Con la intención de buscar soluciones que sirvan de “puente” entre las diversas realidades que encontramos en el día a día, todo me lleva al punto de partida de ésta historia, nuevas iniciativas de de Voluntariado. A través del Voluntariado tenemos la oportunidad de conocer realidades y necesidades distintas a las nuestras; simultáneamente, con nuestro tiempo, trabajo y talento podemos contribuir con soluciones a diversas problemáticas. El Voluntariado nos permite hacer grandes aportes mientras colaboramos en el desarrollo de otros; incluso, con el valor agregado, de que todo lo que hagamos en pro del desarrollo de otros tiene impacto positivo directo en nuestro propio desarrollo.

Pregunta en tu lugar de trabajo si existen iniciativas de Voluntariado, busca información sobre las opciones que tienes para desempeñarte como Voluntario. Haz la diferencia, únete al Voluntariado.