lunes, 17 de marzo de 2014

La división fue un legado que escogimos


Mucho se habla de que uno de los peores legados que nos pudo dejar Hugo Chávez fue la división del país. Este post es para hablar sobre una visión distinta, que lejos de adular al personaje en cuestión lo que busca dar pistas sobre la responsabilidad que tenemos entre manos.

“Los que quieran Patria vengan conmigo” es una de las tantas frases que quedarán en la historia del imaginario venezolano. Sí, Hugo Chávez jugó a la división, fue el que planteó que sólo existían dos bandos: los que estaban con él y los que estaban en contra. Sin embargo eso no es suficiente para dividir un país, se necesita mucho más, incluso más para polarizarlo. Sí, Hugo Chávez lo promovió, pero todo el país le siguió el juego, los del bando que el hizo suyo y los que asumieron (en los cuales me incluyo) que la única forma de “ganar” era enfrentándolo. Ya son 15 años que al país no lo gobierna otra filosofía y el juego planteado, al ver lo que está pasando, ha sido perder-perder para todos.

Hoy apenas se asoman unas voces para recordarnos genuinamente que todos somos venezolanos y que ningún bando vale más o tiene más razón que el otro. Me atrevo a afirmar que Henrique Capriles es el único líder de la oposición que mantiene este planteamiento de manera congruente, genuina y consistente. También se le critica la falta alternativas de acción que lleven a Venezuela al tan anhelado giro que necesita para salir de esta espantosa crisis en la que estamos inmersos, pero eso va para otra discusión. En algunos discursos de otros líderes de oposición se apoya esta tesis, sin embargo algunas acciones y otros elementos discursivos dejan mucho más que dudas razonables, como por ejemplo #LaSalida y muchas de las cosas que han surgido a partir de este planteamiento.

Volviendo al punto en cuestión, ¿Qué hubiese pasado si cuando el entonces Presidente Chávez planteó su efusiva división la respuesta de, al menos los que nos ubicamos como oposición hubiese sido otra? ¿Qué hubiese pasado si se hubiera desechado ese maquiavélico deseo por dividirnos con discurso y acciones contundentes en contra de la polarización de los venezolanos por razones políticas? Si las familias se hubiesen puesto por encima de la ideología, por ejemplo. ¿Cuántas familias tienen años divididas por completo por temas políticos? ¿Cuántos niños y niñas han nacido y crecido sin poder compartir con sus familiares? Creciendo en un ambiente que sataniza al otro por pensar distinto.

Todavía resulta muy atractiva la idea de contarse, de ver quién tiene más votos, todo para ver quién tiene la razón para oprimir al otro e imponer su punto de vista. Así no se maneja una familia, así no se maneja una sociedad. No apunto a ilusionismos ni utopías donde todos pensemos igual, mi idea va precisamente en dirección opuesta; siempre habrá pensamientos distintos, los retos que tenemos cada uno de nosotros y a la vez que tenemos como país es saber aprovechar las diferencias para construir algo mejor. 

Ser más que otros no nos otorga la razón, cada persona que piense que para llegar a un acuerdo con otro tiene que pensar exactamente igual a ella es parte del problema. Quien elige ver sólo lo que quiere ver también es parte del problema. La polarización está muy profunda en la sociedad actual venezolana, hace falta un esfuerzo consciente y un deseo genuino de querer superarla para empezar a ver la luz al final del tunel. 

Pero hay que dejarse de pendejadas, el legado de la polarización lo asumimos nosotros mismos y hasta que no queramos cambiar pagaremos muy caro las consecuencias. El cambio comienza en ti, en mi, en cada persona.


Foto: Yakaly Di Roma 

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