lunes, 27 de septiembre de 2010

El país de las cucharas largas


Con los resultados parciales del proceso electoral con miras a una nueva Asamblea Nacional creo que hay motivos suficientes para que los venezolanos nos sintamos felices, la mayor victoria se la lleva Venezuela.

Comparto con ustedes dos mensajes y una historia en los que quiero hacer énfasis para que los resultados de ayer (o de hoy en la madrugada) podamos considerarlo una verdadera victoria para todos.

Cuando entendamos que la vaina no es ir en contra de alguien sino a favor de todos, entonces tendremos país.

El Deber y Compromiso con Venezuela no terminan con el boletín del CNE, todo lo contrario! Tenemos que seguir trabajando para seguir recuperando espacios en todos los ámbitos de la sociedad.

Sí se puede tener un mejor país!

Feliz semana


Gerardo



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Aquel señor había viajado mucho. A lo largo de su vida, había visitado
cientos de países reales e imaginarios.

Uno de los viajes que más recordaba era su corta visita al País de las
Cucharas Largas. Había llegado a la frontera por casualidad: en el camino de
Uvilandia a Parais, había un pequeño desvío hacia el mencionado país; y
explorador como era, tomó el desvío. El sinuoso camino terminaba en una sola
casa enorme. Al acercarse, notó que la mansión parecía dividida en dos
pabellones: un ala Oeste y un ala Este. Estacionó el auto y se acercó a la
casa. En la puerta, un cartel anunciaba:.

*PAÍS DE LAS CUCHARAS LARGAS”

“ESTE PEQUEÑO PAÍS CONSTA SÓLO DE DOS HABITACIONES LLAMADAS NEGRA Y BLANCA.
PARA RECORRERLO, DEBE AVANZAR POR EL PASILLO HASTA QUE ESTE SE DIVIDE Y
DOBLAR A LA DERECHA SI QUIERE VISITAR LA HABITACION NEGRA, O A LA IZQUIERDA
SI LO QUE QUIERE ES VISITAR LA HABITACION BLANCA.”

El hombre avanzó por el pasillo y el azar lo hizo doblar primero a la
derecha. Un nuevo corredor de unos cincuenta metros terminaba en una puerta
enorme. Desde los primeros pasos por el pasillo, empezó a escuchar los
“ayes” y quejidos que venían de la habitación negra.

Por un momento las exclamaciones de dolor y sufrimiento lo hicieron dudar,
pero siguió adelante. Llegó a la puerta, la abrió y entró.

Sentados alrededor de una mesa enorme, había cientos de personas. En el
centro de la mesa estaban los manjares más exquisitos que cualquiera podría
imaginar y aunque todos tenían una cuchara con la cual alcanzaban el plato
central... se estaban muriendo de hambre. El motivo era que las cucharas
tenían el doble del largo de su brazo y estaban fijadas a sus manos. De ese
modo todos podían servirse, pero nadie podía llevarse el alimento a la boca.

La situación era tan desesperante y los gritos tan desgarradores, que el
hombre dio media vuelta y salió casi
huyendo del salón.

Volvió al hall central y tomó el pasillo de la izquierda que iba a la
habitación blanca. Un corredor igual al otro terminaba en una puerta
similar. La única diferencia era que, en el camino, no había quejidos, ni
lamentos. Al llegar a la puerta, el explorador giró el picaporte y entró en
el cuarto.

Cientos de personas estaban también sentados en una mesa igual a la de la
habitación negra. También en el centro había manjares exquisitos. También
cada persona tenía una larga cuchara fijada a su mano...

Pero nadie se quejaba ni lamentaba. Nadie estaba muriendo de hambre, porque
todos... se daban de comer unos a otros..El hombre sonrió, se dio media
vuelta y salió de la habitación blanca. Cuando escuchó el “clic” de la
puerta que se cerraba se encontró de pronto y misteriosamente en su propio
auto, manejando camino a Parais....

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