Sobre este tema ya he hablado dos veces en público, ambas en
el marco del Programa de Formación de Facilitadores-Coaches de Indelser. La
primera en el modulo III del PFC-XVII donde me certifiqué y la segunda en el
cierre del PFC-XXV, mi primero como Coach Titular de una Comunidad. En esta
ocasión quise dejarlo por escrito.
Mi mayor aprendizaje dentro de mi proceso de formación en el
PFC lo ilustré de la siguiente manera. Entregué a cada uno de los presentes una
moneda, luego les pedí que enfocados en su moneda eligieran un lado que no les gustara, o al menos el que menos
le gustara. De esta forma tendrían un lado de la moneda que les gusta y otro
que no. Paso siguiente les pedí que le quitaran a la moneda ese lado que no les gustaba, que lo arrancaran, que
lo desecharan y se quedaran solo con el lado que sí les gustaba. Obviamente no
se puede hacer, la moneda es moneda porque tiene dos lados.
Ese fue precisamente mi gran “darme cuenta”, que yo soy lo
que soy con lo que me gusta de mí y con lo que no. Que la convivencia de “ambos
lados” me hacen quien soy en este momento. Aprendí que necesito mis sombras
para ser quien soy, aprendí que no puedo desecharlas, ni arrancarlas. Aprendí
incluso que querer ocultarlas, menospreciarlas o intentar minimizarlas tiene
sus consecuencias, en mi caso me limitaban muchísimo.
Sé que entrar en el lado oscuro no es agradable, a veces
asusta, a veces duele, a veces duele más… al menos en mi experiencia. No saber
qué te vas a encontrar y etiquetarlo de entrada como malo no suele ser fácil
parar entrarle. Sin embargo, las posibilidades que se me abrieron fueron
también muy importantes y al día de hoy es una de las cosas que más le agradezco
a ese proceso. Aprendí a ser más compasivo conmigo mismo y con otros, viví como
me flaqueaban las fuerzas, como quise huir de ese encuentro, me encontré con
cosas que eran peores de lo que pensaba y también me conseguí con la grata
sorpresa de que toda sombra tiene su lado de luz y toca a cada uno de nosotros
encontrarla.
Y esa es también una entrega que les quiero dejar. La sombra
sólo significa que hay luz. Muchas veces nos enfrascamos en poner nuestra atención
sólo en la sombra y eso, además de fortalecerla, no nos deja ver la luz. Si
luego de entrar en nuestras sombras, comprenderlas, saber qué tienen que ver
con nosotros, aún preferiríamos no tenerlas; tenemos la capacidad de trabajar en
nosotros mismos para mejorar en esos aspectos. Si nos victimizamos ante
nuestras sombras seremos sus esclavos, si decidimos trabajar en ellas, muy
probablemente estemos edificando una nueva y mejor versión de quien estamos
siendo.
Una última nota antes de cerrar. Mientras más oscura y
profunda sea la sombra, significa que más intensa y poderosa es tu propia luz.
Queda en ti decidir en dónde pones el foco y queda en ti actuar para ser la
versión que quieres ser de ti mismo.
Imagen: El Telégrafo